Es una historia muy divertida, de las que dan mucha risa, porque ver a un fantasma malito es muy gracioso.
El médico descubre al fin lo que le pasa y entonces el fantasma sonríe, y ahora ya si que es imposible que te asustes de él. Se va con su gato y su bufanda a un lugar más cálido donde cuidar su salud.
Y con la mejor receta: besos, cosquillas, caricias y achuchones.
Al final de la mañana nos hemos pintado y disfrazado para convertirnos en fantasmas y hemos dado un paseo por el cole, asustando a los profes que nos encontrábamos y a los niños de 4 y 5 años. ¡¡¡Ha sido muy divertido!!!
También hemos aprendido la poesía del
fantasma Cucufate.
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