Ponemos un huevo en un recipiente con agua y comprobamos que se hunde, pero si echamos bastante sal en el agua y la disolvemos bien, descubrimos que el huevo... flota.
Es algo parecido a lo que nos ocurre cuando nos bañamos en el mar, que nuestro cuerpo flota más que cuando lo hacemos en la piscina o en un río. Todo se debe a la salinidad del mar.
Después, hemos colocado un huevo en el frasco pequeño y lo hemos llenado de vinagre.
Dice Natalia que dentro de unos días lo sacaremos y comprobaremos que se ha convertido en un huevo de goma, blandito y que bota desde muy baja altura.
¡¡¡ Eso es imposible !!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario